sábado, 21 de febrero de 2009

La estupidez en Méjico, como en España y resto del mundo


Cuatro pecados

ADRIÁN HERRERA Milenio.com

Hay cuatro cosas que detesto en la gente: el fanatismo, la estupidez, la ignorancia y la pereza. En mi mejor y nunca humilde opinión, estos cuatro elementos son la base del fracaso de una sociedad. Y la nuestra está plagada de ellos.

El fanatismo, notablemente en su faceta religiosa, es peligrosísimo. Predispone al sujeto a creer ciegamente en cosas ridículas y acatar esquemas de comportamiento obsoletos y detrimentales. Además, limita su capacidad de razonamiento y le impide cuestionar cosas básicas sobre sí mismo y el mundo que le rodea. La fe religiosa pone la reacción inconsciente sobre el razonamiento, basándose en principios abstractos y poco claros e infundiendo temor.

La estupidez proviene de no detenerse a pensar bien las cosas, actuar intempestivamente sin medir consecuencias y después lamentarlo. Ser estúpido (pendejo, en lengua mexicana) está íntimamente ligado a ser fanático y perezoso; primero, porque es más fácil reaccionar sin previo balance mental de lo que está ocurriendo ni de lo podría ocurrir, y segundo, porque pensar cuesta.

La ignorancia es cosa de raíz, porque depende de la educación, y un país con poco dinero y que deja la educación de la masa en manos de un sindicato de sinvergüenzas y rateros nunca verá ciudadanos competentes. Además, el torrente mediático no ofrece sino telenovelas, programas para adolescentes tarados y obsesionados con el sexo, productos y servicios que lo único que hacen es quitarle sus ahorros a la gente y una falta de congruencia total con la realidad que vivimos. La educación en México no tiene remedio inmediato; acostúmbrese a ver idiotas y analfabetas a su alrededor por los próximos cien años.

La pereza es cosa muy delicada; este es un país de huevones, de grandes y sucios huevones. La huevonería no sólo es el acto inmundo de no hacer nada, sino de hacerlo mal y a destiempo. Es no molestarse en replantear las cosas y mejorarlas. Es una falta de voluntad, es el epítome del egoísmo, la negación de una vida en sociedad y su mejoramiento a través del esfuerzo individual. Es uno de los peores males de los cuales adolece nuestra sociedad.

La combinación orquestada de estas actitudes nos tiene sumidos en un ambiente de mediocridad.

Con el fanatismo, puedo lidiar… con trabajos, pero se puede. La ignorancia tiene solución: cuesta, pero a la larga se puede corregir. La estupidez molesta mucho, pero su efecto puede disminuir con una educación apropiada. Pero la pereza, los huevones, eso es cosa aparte. Es la caja de Pandora, el centro funesto de la humanidad, el fin de la sociedad.

Lo siento, pero esto último no tiene solución. Estamos jodidos. Acostúmbrese a vivir con estos cuatro detalles de nuestro comportamiento, pues, estos son, apreciable y fino lector, los auténticos Cuatro Jinetes del Apocalipsis.

http://www.milenio.com/node/170664


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