jueves, 26 de febrero de 2009

El poder de la Estupidez

Por Giancarlo Livraghi
gian@gandalf.it
junio 1996

Traducción al Castellano de Luis Cruz Kuri
marzo 1998

Revisión y actualización febrero 2007
(Traducción de Marco Livraghi y Maria Rosa Sorribas Molina)

Siempre me ha fascinado la Estupidez.

La mía, por supuesto; y eso es una causa suficientemente grande de ansiedad.

Pero las cosas se vuelven mucho peores cuando uno tiene la oportunidad de encontrar como la “gente grande” toma decisiones “grandes”.

Generalmente tendemos a culpar a la perversidad intencional, a la malicia astuta, la megalomanía, etc. de las malas decisiones. Están allí, por supuesto; pero cualquier estudio cuidadoso de la historia, o de los eventos actuales, lleva a la invariable conclusión que la fuente más grande de los terribles errores es la pura estupidez. Cuando se combina con otros factores (como sucede a menudo) los resultados pueden ser devastadores.

Es un fenómeno conocido. Una de las maneras en que está resumido el dichoso Navaja de Hanlon: «No atribuyas a maldad intencionada lo que puede ser adecuadamente explicado como estupidez». El concepto ha sido recalcado por Robert Heinlein en una frase aún más
simple: «No subestimes nuncael poder de la estupidez humana.»

El origen de Hanlon’s Razor es algo misteriosa.
Se considera un corolario a la dichosa “ley de Finagle”
(Finagle’s Law of Dynamic Negatives) que se
parece a la conocida “ley de Murphy”. Se inspira al
clásico “Navaja de Occam” (y es igual de
tajante). No se da a conocer ningún autor llamado
Hanlon – es probablemente una variación
fonética de Robert Heinlein, que había hecho esa
consideración en su novela Logic of Empire (1941).

Cuando la estupidez se combina con otros factores (como sucede a menudo) el efecto puede ser devastador.

Otra cosa que me sorprende (¿o no?) es el escaso material dedicado al estudio de un tema tan importante. Existen departamentos universitarios para analizar las complejidades matemáticas de los movimientos de las hormigas del Amazonas, o la historia medieval de la isla de Perima; pero nunca he sabido de una cátedra de estupidología.

He encontrado muy pocos libros buenos sobre el tema. Entre ellos tres que merecen, en particular ser citados.

Uno que leí cuando era adolescente, y que nunca olvidé, se llama A Short Intrduction tothe History of Human Stupidity de Walter B. Pitkin de la Universidad de Columbia, publicado en 1934. Lo encontré por accidente hace muchos años en un estante de viejos libros y, por
fortuna, todavía tengo.

Así de antiguo como es, todavía es un muy buen libro. Algunas de las observaciones del Profesor Pitkin aparecen extraordinariamente correctas setenta años después.

Pero... ¿porqué llamaría el autor “una breve introducción” a un libro de 300 páginas?

Al final del libro, dice: «Epílogo: ahora estamos listos para empezar a estudiar la Historia de la Estupidez». Nada sigue.

El Profesor Pitkin fué un hombre muy sensato. Sabía que toda una vida era muy poco tiempo para cubrir aún un fragmento de tan vasto tema. Así que publicó la Introducción, y eso fué todo.

Pitkin estaba muy consciente de la carencia de trabajos previos en el campo. El tenía a su disposición un equipo de investigadores a quienes puso a realizar pesquisas en los archivos de la Biblioteca Central de Nueva York. Encontraron solamente dos libros sobre la materia: Über Dummheit de Leopold Loewenfeld (1909) y Aus der Geschite der menschlichen Dummheit de Max Kemmerich (1912).

Evidentemente existen muchos
otros libros y documentos
en los que se habla, de una manera
o de otra, de estupidez.
Pero pocos en los que se intenta un
encuadramiento sistemático
del problema para encontrar
sus mecanismosy sus efectos.
En el curso de los años, para
una información más completa,
he recopilado una
pequeña bibliografía

(en Italiano) sobre el argumento.

En la opinión de Pitkin, cuatro de cada cinco gentes son lo suficientemente estúpidos para ser
llamados “estúpidos”. Eso equivaldría a quinientos millones de gentes cuando escribió el
libro; ahora son más de cuatro mil millones. Esto por si mismo es bastante estúpido.

El observó que uno de los problemas de la estupidez es que nadie tiene una definición realmente
buena de lo que es. De hecho los genios son a menudo considerados estúpidos por una mayoría
estúpida (aunque nadie tiene tampoco una buena definición de genio). Pero la estupidez
definitivamente se encuentra allí, y hay mucho más de lo que nuestras pesadillas mas desbordadas pudieran sugerir. De hecho domina al mundo – lo cual es muy
claramente comprobado por la forma en que se gobierna al mundo.

Pero alguien, cincuenta años después, llegó con una definición bastante interesante. Su nombre es Carlo M. Cipolla, Profesor Emérito de Historia Económica en Berkeley.

Sus libros están en Inglés – y sólo algunos en Italiano y otros idiomas. Uno de estos, Allegro ma
non troppo
, fue publicado por Il Mulino en Bolonia en 1988 (traducción de Anna Parish). Hay también una edición castellana publicada por Crítica en Barcelona en 2001 (traducción de María Pons).

En ese libro hay un pequeño ensayo intitulado Las leyes fundamentales de la estupidez humana. Uno de los meiores textos que se ha escrito sobre la materia.

Las “leyes de Cipolla” son conocidas y citadas también en otros contextos. No me parece necesario reproducirlas ni resumirlas. A quien no las conociera, aconsejo leer su texto (que, como otras obras del mismo autor, une la seriedad del análisis a una agradable vena de humor). Me limito aquí a algunos comentarios.

Se trata en parte de cosas ya conocidas. Por ejemplo un hecho relevado también por otros autores (ver el ya citado “Navaja de Hanlon”) y por casi todas las personas que han tenido ocasión de razonar sobre el argumento:siempre se tiende a “subestimar el número
de estúpidos en circulación”.

Cada uno de nosotros puede comprobarlo cada día: por conscientes que podemos ser del poder de la estupidez, somos a menudo sorprendidos por su manifestarse donde y cuando menos nos lo esperamos.

Esto tiene dos consecuencias, también evidentes en cualquier análisis coherente del problema. Una es que se subestiman a menudo los perniciosos efectos de la estupidez. La otra es que por ser imprevisibles, los comportamientos estúpidos son aún mas peligrosos que los conscientemente malvados.

Lo que falta en un análisis así (como también en el caso de Wakter Pitkin y de otros autores
que han estudiado el argumento, es una valoración de nuestra estupidez – o de toda manera de la componente de estupidez que existe también en las personas inteligentes.

Sobre esto vamos a volver más adelante – pero mientras tanto querría relevar que el problema de la estupidez presente en cada uno de nosotros, por lo general ignorado y subestimado, es correctamente valorado en el interesante libro Understanding Stupidity de James Welles, cuya primera edición es de 1986 (ampliada y profundizada en los años siguientes).

Tengo que confesar que (mea culpa) cuando había escrito la primera versión de este artículo
todavía no conocía el trabajo de James Welles. Ahora puedo decir que el mejor libro entre todos los que he leído sobre el argumento. El más completo por amplitud y profundidad. Me he alegrado en constatar que, en muchas cosas, los razonamientos de Welles confirman lo que ya
había escrito y publicado sobre el poder de la estupidez.

Fragmento de "El Poder de la Estupidez". Texto completo:

http://web.mclink.it/MC8216/esp/estupid.htm

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